Wednesday, March 29, 2006

Mayor consumo en Japón ayuda a economía global

March 29, 2006 4:05 a.m.

Por Sebastian Moffett y Yuka Hayashi
The Wall Street Journal

TOKIO—Soichiro Takaoka, con los bolsillos llenos de dinero gracias a su próspero negocio de consultoría, es un buen ejemplo del nuevo modelo de consumidor japonés que derrocha en artículos caros, muchos de ellos importados. Takaoka, de 31 años, acaba de comprarse un Ferrari Spider descapotable por US$200.000 y un reloj Cartier por US$30.000. Lleva una corbata de Hermès, zapatos Berluti verdes y un traje color café de Louis Vuitton.

Los gastos de Takaoka muestran cómo la economía japonesa ha comenzado a crecer de una manera en la que podría beneficiar al resto del mundo. Cuando Japón vivía su boom, hace casi 20 años, los mayores indicadores eran el rápido crecimiento de los precios de las acciones en bolsa y de los bienes raíces en Tokio. Los japoneses no compraban tanto en el exterior como le habría gustado a los extranjeros. Tras una década de enfriamiento, la recuperación que comenzó en 2002 fue impulsada inicialmente por las exportaciones, en lugar del consumo. Ahora, las familias y las empresas consumen más.

Esto es importante porque su actividad hace que el crecimiento económico sea más sostenible: incluso si las exportaciones se estancaran por problemas en las economías de Estados Unidos o China, el consumo interno podría mantener a la economía japonesa en marcha.

Además, el nuevo consumo subraya los efectos de grandes cambios estructurales en Japón. Emprendedores locales y firmas extranjeras han aprovechado la drástica caída en los precios de los terrenos durante los 90 para comprar tiendas u oficinas.

Japón también ha desregulado diversas industrias, desde los servicios financieros a los alimentos, a veces bajo la presión de EE.UU. Ha flexibilizado las restricciones para las grandes tiendas y ha permitido nuevas clases de productos financieros.

Conocida en el pasado como una fortaleza para los productos nacionales, el mercado japonés ahora está abierto a las compañías y empresarios extranjeros. En 1987, cuando la economía se encontraba en pleno auge, las importaciones representaban sólo el 6% del Producto Interno Bruto. Se espera que la cifra haya ascendido al 11% en el año fiscal que cierra el viernes.

Esto significa que el crecimiento japonés esta vez podría suponer un impulso para el resto del mundo. Los efectos podrían ser especialmente fuertes en el resto de Asia, donde Japón compra toda clase de artículos, desde ropa fabricada en China a microchips hechos en Corea del Sur. La demanda japonesa probablemente impulsará las exportaciones del resto de Asia y elevará los precios de los bienes manufacturados allí, dice Sun Bae Kim, economista de Goldman Sachs, quien predice que la tendencia podría agregar entre 0,4 y 2,5 puntos porcentuales al crecimiento asiático fuera de Japón entre 2004 y 2006. "Japón podría ser una fuente adicional importante de demanda si la economía de EE.UU. se enfría", dice Kim. La economía japonesa aún tiene serios problemas a largo plazo, especialmente su deuda pública, que asciende al 160% del PIB, la mayor deuda del mundo desarrollado. Peor aún, la fuerza laboral está disminuyendo debido al envejecimiento de la población, lo que provoca una gran carga para los trabajadores que deben sostener a los retirados. De todas maneras, el crecimiento actual del PIB eleva las probabilidades de Japón de sobrellevar estos problemas con éxito. Japón creció un 2,7% el año pasado, y los economistas pronostican una expansión mayor en 2006.

En las tiendas japonesas, los consumidores tienen una mayor variedad de opciones que antes, y muchos de los nuevos productos son fabricados en otros países. La principal empresa de ropa de bajo costo es Fast Retailing Co., que produce gran parte de su marca Uniqlo en China. Las firmas extranjeras, desde la estadounidense Gap Inc. a la italiana Prada Group NV, han multiplicado sus tiendas en Japón, ayudadas por la baja de los alquileres y las desregulaciones. Las ventas de bienes de consumo importados crecieron cerca del 40% en los últimos cinco años, según el Banco de Japón, mientras que los fabricados en Japón cayeron un 20%.